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Seguimos con el comentario a la síntesis elaborada por la Education Endowment Fund y convertida en la Guía Docente editada por Educaixa sobre la metacognición y el aprendizaje autorregulado. Hoy vamos a desarrollar ideas y estrategias para ayudar a nuestro alumnado en su planificación y monitorización. Empecemos.

Más o menos a la vez que escribo esta entrada se publica en la revista Impact, del Chartered College of Teaching, un artículo en el que desarrollo cómo utilizar la práctica de la evocación como soporte para la metacognición. Me gusta pensar en la metacognición como en «saber lo que no sabes». Es decir, consiste en utilizar estrategias que te permitan comprobar si realmente estás progresando o tienes, como pasa tan a menudo, una falsa ilusión de progreso. Puedes leer el artículo (en inglés) pinchando aquí.

Por eso, la metacognición comparte con la autorregulación el modelo en tres pasos que ya desarrollamos en entradas como la que puedes leer pinchando aquí. Seguimos el modelo de Zimmermann (2001) de tres pasos: planificación, monitorización y evaluación.

Este modelo es un marco ampliamente reconocido que describe los procesos que siguen los individuos para autorregular su aprendizaje. De acuerdo con la metacognición, el modelo podría describirse de la siguiente manera:

  1. Fase de planificación: Esta fase inicial implica el establecimiento de objetivos y la planificación del propio aprendizaje o rendimiento. En esta fase, las personas nos dedicamos a establecer metas, teniendo en cuenta nuestros conocimientos y habilidades actuales, nuestra autoeficacia (creencia en nuestra propia capacidad para tener éxito) y un análisis de la tarea.
  2. Fase de monitorización: En ella, las personas ponemos en práctica nuestras estrategias, supervisamos nuestros progresos gestionando nuestra atención, esfuerzo y persistencia, y adaptando, o no, esas estrategias según sea necesario.
  3. Fase de evaluación: Tras completar una tarea o experiencia de aprendizaje, esta fase ayuda a las personas a comprender sus puntos fuertes y sus áreas de mejora. También sirve como punto crítico para adaptar y refinar las estrategias de autorregulación para futuros esfuerzos.

Estrategias para la fase de planificación

Me gustan mucho las preguntas que plantea la guía, por ejemplo:

  1. ¿Qué cosas necesito para realizar esta tarea? Me parece que puede ayudar mucho a las personas que empiezan una actividad y, de repente, tienen que interrumpirla para buscar algo que necesitan, o para encontrar una cosa que pensaban que tenían cerca. Las listas de chequeo pueden servir como punto de partida, comprobando que se dispone de todo lo necesario para empezar una actividad o una sesión de estudio.
  2. ¿He realizado esta tarea con anterioridad? ¿Me salió bien? ¿Qué estrategia utilicé? Son preguntas donde vemos cómo el ciclo de la autorregulación se cierra: se juntan la autoevaluación con la planificación. Sin embargo, no deja de ser importante para planificar y fijarse objetivos pensar en la última vez. De hecho, esto tiene importancia también desde el punto de vista de la evaluación: si el alumnado se compara con las notas, se compara con la media. Puedo sacar un 7 y sentir satisfacción porque los demás han sacado en su mayoría un 5. Pero deberíamos invitar siempre a comparar con la vez anterior, de manera que el progreso personal se haga consciente: cómo lo hiciste la última vez. Porque no es lo mismo pasar del desastre a lo mediocre, que pasar de lo mediocre a lo menos mediocre, como ya dijimos en esta esta otra entrada.
  3. ¿Qué he aprendido de los ejemplos y modelos? El uso de ejemplos y modelos desempeña un papel fundamental en el fomento de la autorregulación, ya que proporciona a las personas puntos de referencia concretos para comprender y aplicar conceptos. Estos ejemplos sirven como guías tangibles, ilustrando de manera clara y accesible cómo se puede implementar la autorregulación en diversas circunstancias. Asimismo, el pensamiento en voz alta actúa como un componente valioso al fomentar la autorregulación. Al verbalizar el proceso mental que subyace a la toma de decisiones y al abordar desafíos, las personas pueden desarrollar una mayor conciencia de sus propias estrategias cognitivas. Este enfoque permite que los individuos reflexionen sobre sus elecciones, identifiquen posibles obstáculos y consideren alternativas, promoviendo así una mayor comprensión y control sobre su propio comportamiento.

Estrategias para la fase de monitorización

En la siguiente imagen mostramos una pirámide que trata de identificar de manera visual todos estos procesos. Y vemos como la monitorización del propio conocimiento es esencial, constituye la base desde la que tiene sentido hacerse todas las preguntas anteriores.

Aquí la guía es muy clara, y recomiendo su lectura: «resulta muy complicado tener conocimientos metacognitivos sobre las competencias, adquiridas o por adquirir, sin un conocimiento sólido de la materia». Es decir, no hay metacognición sin cognición. Y de nuevo: «La metacognición y la cognición muestran una interacción compleja durante el aprendizaje del alumnado. Deberíamos procurar desarrollarlas simultáneamente y no crear falsas jerarquías donde no existen».

Las preguntas que podemos hacer al alumnado se pueden agrupar en tres tipos: conocimiento sobre la tarea (sabemos hacer esquemas o mapas conceptuales, de varias materias); conocimiento sobre uno mismo (no me sirven los esquemas si son muy grandes); y conocimiento de las estrategias (los esquemas me ayudan mejor en historia que en matemáticas).

Este sencillo párrafo es un bien ejemplo de que en este blog creemos en el repertorio pedagógico: la metacognición es una herramienta que hay que saber utilizar en el contexto de tu clase y tu asignatura. Sin este proceso de adaptación al contexto resulta de dudosa utilidad.

Pensando en el conocimiento de la tarea, podemos invitar a que nuestro alumnado se pregunte:
1. ¿Esta tarea es demasiado complicada para mí? De nuevo, se trata de explicitar las creencias de autoeficacia del alumnado para poder transmitir dos mensajes fundamentales: que se puede mejorar y de que equivocarse es parte de la aprendizaje.
2. ¿Cuánto tiempo debería dedicarle? La estimación del tiempo es una de las maneras en las que podemos demostrar a nuestro alumnado que las percepciones propias son engañosas. Resulta tan útil como interesante pedir a la clase una estimación del tiempo que van a tardar en realizar una tarea, para luego dejar tiempo para llevarla a cabo y comprobar si la estimación del tiempo era adecuada o no. Por eso, ayudar a que su estimación del tiempo sea efectiva supone una de esas estrategias metacognitivas generales que pueden servir en etapas y niveles diversos.

Pensando en el conocimiento de uno mismo:
1. ¿Entiendo los conceptos que se precisan para llevarla a cabo? Una de las cosas que más me llamó la atención la primera vez que leí esta guía fue la idea de que la activación de conocimientos previos no sólo sirve para el docente, sino que permite que el alumnado sea consciente de que dispone de lo necesario para aprender una idea nueva. Esto es muy importante, porque a veces experimentamos el fracaso cuando no disponemos de una base conceptual adecuada, y detectar esto nos permitiría tomar medidas no para directamente aprender lo nuevo, sino para reforzar la base que necesitamos para aprenderlo.
2. ¿Tengo la motivación necesaria para centrarme en esta tarea complicada? Otro de los temas recurrentes del blog. Cuando la gente habla sobre los alumnos como motivados o desmotivados, en general, están haciendo diferencias basados en lo que observan en términos de implicación, afecto, tiempo, empleado, y esfuerzo. Sin embargo, a menudo, el problema es que trabajamos con objetivos demasiado lejanos o poco relevantes para las preocupaciones actuales de nuestros alumnos. Planificación objetivos realistas, específicos y comprobables siempre va en beneficio de la motivación, sea interesante o no.
3. ¿Qué puedo hacer para mantener la concentración? Una de las ideas más importantes del aprendizaje autorregulado es que debemos enseñar al alumnado a disponer el espacio de manera que no necesiten la fuerza de voluntad. Si el móvil les distrae, que lo dejen fuera de su zona de estudio. Si necesitan el móvil, que lo pongan en modo avión o eliminen las notificaciones.

Y, finalmente, pensando en el conocimiento de las estrategias:
1. ¿Mis apuntes me sirven para entender esta tarea? Una buena idea suele ser revisar la toma de apuntes, notas y diagramas. Implica ir más allá de la simple recopilación de datos y, en su lugar, evaluar activamente si comprendemos lo que estamos escribiendo.
2. ¿Qué estrategias puedo aplicar si me quedo atascado? Esto resulta muy importante: atascarse es parte del aprendizaje, y lo que debemos invitar a reflexionar es si tiene sentido seguir aplicando las mismas estrategias que nos han llevado al atasco. Por eso, revisar qué estrategias existen y poner a disposición del alumnado un amplio abanico de estrategias resulta fundamental.
3. ¿Qué puedo hacer para garantizar que recuerdo lo que he aprendido? Aquí rescatamos de nuevo la importancia de la práctica de evocación. Tenéis un archivo descargable con plantillas listas para adaptar pinchando aquí y en la sección de recursos del blog.

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