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Y todo esto… ¿se puede hacer?

Una vez más non enfrentamos a la interesante cuestión de cómo llevar todo lo que nos ha propuesto Harry Fletcher-Wood a la práctica. El mismo autor comienza afirmando que las necesidades de una escuela son infinitas, pero sus recursos no. Por ello hay dos problemas básicos: 
  • ¿Cuándo podemos hacer esto? Porque los docentes estamos increíblemente ocupados, los días y las semanas se completan. Incluso con un cambio que ahorre tiempo a largo plazo, al principio consumirá más tiempo.
  • ¿Cómo podemos crear un cambio sostenible y efectivo? Como todos experimentamos en nuestro día a día, tornar las buenas intenciones y hábitos duraderos es difícil. Muy frecuentemente probamos algo, nos gusta, nos esforzamos en hacerlo duradero y luego lo abandonamos. Por eso esta última entrada está centrada en sugerir maneras en los que las evidencias y principios de las entradas previas pueden ser aplicadas por docentes en diferentes roles.

¿Cómo sacar tiempo para la enseñanza receptiva?

Esta sección se apoya en tres convicciones acerca de la docencia:
  1. Hay más que nos gustaría hacer por nuestros alumnos de lo que jamás habrá tiempo, no podemos completar todo.
  2. No todo lo que podemos hacer es igualmente valioso, a veces hacer algo que merece la pena nos impide realizar otra cosa aún más importante. Elegir entre lo bueno y lo mejor, que diríamos en mi casa.
  3. No podemos solucionar estos problemas creando más tiempo, porque las posibilidades seguirían siendo ilimitadas. Esto es un falso voluntarismo frecuente que nos lleva a estar quemados y sobrecargados.
Siguiendo a Stephen Covey y sus 7 hábitos (2003), lo que se sugiere es:
  1. Sé claro y conciso en lo que quieres conseguir. ¿Para qué estás en la escuela? Puede sonar obvio, pero es muy diferentes si tu objetivo es que todos aprueben el examen de acceso a la universidad, o si quieres abrirles los ojos a las maravillas de la física… La manera en la que distribuyes el tiempo está consciente o inconscientemente influida por tu respuesta a esta pregunta. 
  2. Fija tres prioridades semanales para cada rol que ejerzas. Deja un tiempo para planificar tus prioridades de la semana que viene. Por ejemplo:
    1. Como profesor: dar feedback a los trabajos de 2º, crear un organizador de conocimiento para 3º, organizar el repaso para los suspensos de 5º.
    2. Como tutor: organizar la actividad del viernes, planear la reunión de tutores, ayudar a un alumno que ha estado ausente unos días.
    3. Como coordinador de departamento: terminar de programar las pruebas, diseñar una actividad y revisar los seleccionados por un concurso de literatura.
  3. Bloquea algo de tiempo para cada objetivo. Asigna a cada uno de estos objetivos algo de tiempo en la semana que viene. 
  4. Haz esas cosas en los tiempos asignados. El desafío no es la planificación, sino ajustarse a ella. Si estas prioridades eran importantes, no dejes que lo urgente te arrastre. La respuesta más efectiva no es hacer más cosas; es parar de hacer las cosas que parecen urgentes, para centrarse en las cosas que son más importantes. 
  5. Haz de esto un hábito. Para convertirse en un hábito hay que permanecer centrado en las cosas que importan más, permaneciendo «cortésmente» resistente a las que no lo son. Como dice Covey: «Tienes que decidir cuáles son tus prioridades y tener el coraje para decir – sonriendo, sin culpa, educadamente – NO a algunas cosas. Y la manera de decir no es tener un gran sí en tu interior. El enemigo de lo mejor es a veces lo bueno».

¿Cómo adoptar la enseñanza receptiva?

En nuestra profesión, cambiar una rutina es como echar abajo la primera ficha del dominó: afecta a muchas otras rutinas. Cómo preguntamos afecta a cómo responden nuestros alumnos, y a su vez cómo respondemos nosotros a sus respuestas, por ejemplo. Mejorar como docente implica cambiar nuestros hábitos manteniéndonos a pesar del primer «bajón» para después cosechar los beneficios. Para ello el autor nos propone:
  1. Identificar una necesidad. Elige una clase y simplifica el problema a algo que pueda ser afrontado inmediatamente. Por ejemplo: el plan de la unidad no especifica lo que los alumnos necesitan saber. O los alumnos no aplican el feedback.
  2. Elige un cambio. Identifica un pequeño cambio que afronte el problema y encaje en las rutinas ya existentes en la clase. Por ejemplo: prepara un organizador del conocimiento, propón una respuesta modelo, utiliza una respuesta bisagra.
  3. Elige una medida. Necesitamos una medida objetiva del impacto de nuestro cambio, algo que podamos registrar y medir fácilmente. Por ejemplo: ¿Puedo planificar las ideas clave si me baso en el organizador del conocimiento? ¿Qué porcentaje de alumnos respondieron bien a la pregunta bisagra, e incorporaron el feedback que les di?
  4. Mantén el cambio: necesitamos tiempo para asentarlo, aunque pueda parecer ineficaz al principio, es bueno mantenerlo al menos una docena de sesiones, o al menos un tiempo preestablecido. Por ejemplo: Si puedes incorporar y trabajo con otros compañeros, será excelente para ver cómo funciona el cambio en diferentes contextos.
  5. Cambia, refina, evalúa. Reserva algo de tiempo para evaluar el efecto del cambio, y registra el impacto cada vez que lo pruebas. Por ejemplo: El organizador de conocimiento ayuda pero necesita más detalle, lo ampliaré. Los alumnos tienen problemas con la pregunta bisagra, diseñaré alguna actividad para ayudarles a entenderlo.
  6. Redobla los esfuerzos y conviértelo en rutina o repiensa. Si el cambio está funcionando, deja tiempo para mejorarlo aún más. Si no ha funcionado después del tiempo establecido, intenta una solución diferente en base a lo que has aprendido. Por ejemplo: el organizador de conocimiento fue bien, para el próximo trimestre prepararé uno por unidad.
  7. Comparte. Compartir nuestro trabajo provee a otros de ejemplos de los que aprender, por ejemplo escribiendo a este blog para compartirlo.
  8. Repite. Identifica otro cambio y repite el proceso.

Un último comentario personal

Finalizamos aquí nuestro comentario a este libro. Como siempre, hemos obviado partes y ejemplos interesantes, pero hemos preferido ofrecer una selección que fuera lo más accesible posible, y de una longitud razonable para su lectura en el blog. Os invitamos a leer el libro completo, porque realmente merece la pena.

Las ideas y estrategias contenidas en el libro están basadas en la evidencia científica, aunque a veces sean contrarias a lo que entendemos como correcto. Es lo bueno de la ciencia y de los libros, que nos desafían y nos abren a la demostración de los datos. En ese sentido, esperamos que os haya hecho pensar y plantearos preguntas. También son ideas y estrategias en apariencia simples o mecánicas, pero realmente efectivas. Vivimos en un tiempo donde la metodología se mide a veces por lo vistoso, no por lo eficaz. 

Esperamos haber sido fieles a las ideas del libro. En las próximas semanas trabajaremos más artículos, y el libro de Daisy Christodoulou: 7 mitos de educación. Lo iremos publicando en el blog según lo vayamos elaborando. Un abrazo y hasta pronto.

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