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Planificar el compromiso para lograr el hábito
La planificación es un elemento clave en la construcción de hábitos, porque cuando pedimos algo anticipadamente, los costes parecen distantes y los alumnos piensan que los harán bien cuando llegue el momento. Por eso, los hitos temporales (romper la rutina, o momentos significativos) son una buena oportunidad para comprometerse a un cambio. Esto lo vemos todos los años, cuando la gente se compromete a cambiar de hábitos en su cumpleaños o en Año Nuevo. Podemos utilizar también esta estrategias con nuestras clases.
Los alumnos sabrán mejor cuándo actuar si lo han planificado. Podemos ayudarles a establecer momentos en los que recordar la acción a la que se han comprometido:
- “La primera cosa el martes” es mejor que “al principio de semana”.
- “Después del entrenamiento” es mejor que “a las 17:00” (porque si llegan a las 17:05 en el entrenamiento ya dejarán de hacerlo).
- “Después de cenar todos los días”, porque se supone que cenan la mayoría de los días.
Podemos también ayudarles a elegir el mejor momento para realizar una actividad. Por ejemplo, durante el día la gente tiene por lo general un mayor nivel de energía y atención, que se derrumba con la comida y se recupera un poco con la tarde. Durante la semana, se trabaja mejor un lunes, y luego se acumula el cansancio.
Otro aspecto importante de la planificación es el uso de “si… entones…”. Si mi hermano llega pronto, le voy a pedir que me ayude con las matemáticas. Si termino todo en clase, entonces podré dedicarme a otras cosas. Aunque parezca obvio, poner por escrito este tipo de frases incrementa espectacularmente las probabilidades de que la gente actúe conforme a ellas (lo tenéis en este artículo fantástico.
Esto también nos puede ayudar a mejorar los hábitos en el aula: “Si te sientes frustrado, ¿qué harás? Si te sientes frustrado, entonces levanta la mano y pide ayuda a un compañero o al docente.
Otro pequeño truco que nos aporta el autor es que también se ha demostrado que la gente tiende a seguir un plan si se lo ha contado a otros. Cuando pasa esto, aparece una cierta presión para continuar con el plan, aunque el efecto de este compromiso depende mucho de la cultura del aula.
Pistas
Las indicaciones o pistas tiene que ser diseñadas cuidadosamente. Una buena pista puede parecer una fecha límite, pero no funcionará si se percibe como algo distante (“todavía puedo esperar un poco más”). Generalmente se empieza a trabajar en ello en el momento en el que perciben lo mucho que les queda por hacer en muy poco tiempo. Por ello algunos estudios apuntan a que las fechas de entrega son desmotivadoras (Ryan y Deci, 2000, tenéis en enlace en la entrada anterior de este libro) y que deberían fijarla los propios alumnos. Sin embargo, cuando se ha analizado esta idea se ha descubierto que tampoco funciona porque los alumnos ponen todas las fechas juntas de entrega en el último momento (aquí lo tenéis demostrado: https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1111/1467-9280.00441).
Lo que al autor defiende como más eficaz (y de hecho tiene un libro entero sobre ello) es el uso de listas de chequeo. Las defiende porque empujan a la acción, porque a todos nos gusta tachar elementos de una lista de cosas para hacer. Podemos fijarlas nosotros al principio y luego ayudarles a que creen sus propias listas. Esto ayuda por ejemplo con alumnos que faltan mucho a clase, por ejemplo, y les viene bien una lista de cosas que traer siempre a clase.
Otra forma de dar pistas es convertir el primer paso en algo fácil, como ya adelantamos en la primera entrada dedicada al libro. Facilitar el primer paso tiene efectos muy poderosos, aumentando la confianza y la percepción de logro de los alumnos. Por ejemplo, se ha demostrado que el resultado mejora en los tests con preguntas iniciales más sencillas (pincha aquí para leer el artículo). Las personas que piensan que han empezado algo son más propensas a continuar con ello.
Para facilitar este primer paso, es importante fijarse en los hábitos ya existentes. Por ejemplo, si queremos que revisen su trabajo de manera más concienzuda, el hábito existente (que se lo revise su maestra) puede no estar ayudando. Podemos fijar un nuevo hábito: “Revisa siempre tu trabajo con la lista de cotejo antes de enseñármelo”).
Otra forma de aportar pistas es comparar una actividad con otra realizada anteriormente, lo que puede ayudar a identificar cuál es la mejor estrategia para afrontar esta tarea. En este sentido es importante recordar la idea de las “dificultades deseables” de las que ya hablamos en esta entrada del blog: https://investigaciondocente.com/2021/07/16/dificultades-deseables/
En conclusión a esta primera parte: los alumnos y alumnas cambian gracias a formar hábitos. Para apoyar esto, debemos ayudarles a planificar por anticipado y a reconocer el valor de continuar aunque a veces se interrumpa el hábito. Por eso hablaremos ahora de la perseverancia.
Perseverar para el hábito
Una persona forma un hábito repitiendo una acción que ofrece una recompensa en una situación específica (un lugar, un momento, una situación social, por ejemplo). Podéis leer más sobre esto aquí. Con repetición suficiente, la situación se convierte en la señal para actuar.
Si vamos a ofrecer apoyo y feedback de verdad, debemos saber qué progresos se están realizando y cuáles son los hábitos que priorizar. Pero es difícil hacer esto con todos nuestros alumnos, y por eso el autor nos ofrece una forma simple de medir el hábito, por ejemplo:
Si nuestra prioridad es… | Y el objetivo concreto del alumno es… | Podemos medir… |
Centrarse | Trabajar ininterrumpidamente | Cuántos alumnos están trabajando de manera independiente Cuánto tiempo una persona/grupo puede trabajar sin interrupciones. |
Elegir la técnica correcta | Empezar una actividad sin ayuda | Cuántos alumnos empiezan una actividad sin ayuda Cuántos alumnos usan técnicas correctas |
Perseverar | Sobreponerse a las dificultades | Cuántos alumnos comprueban su trabajo con la rúbrica Cuánto avanzan en una tarea difícil |
Colaborar | Contribuir a las discusiones | Cuántos alumnos hablan normalmente en tus clases |
Estos consejos son deliberadamente simples: no estamos tratando de llevar el control de cada persona en el aula, sino de cómo los hábitos se van convirtiendo en la norma dentro de un grupo. Podemos subestimar el efecto de estas cosas: ya lo hacemos, y sabemos más o menos cómo de bien lo están haciendo. Pero elegir una medida nos permite comprobar fácilmente si el hábito se está adoptando de forma mayoritaria o no, y cómo avanza el día a día. Además, estas aproximaciones sistemáticas nos pueden sorprender: si ponemos una marca en cada persona que participa, quizás comprobemos que participan muchos menos de lo que pensábamos.
Los premios en la formación de hábitos
Importante: los premios habituales y predecibles tiene un efecto que disminuye la motivación: se perciben como un derecho y no como un resultado de su esfuerzo. Además de que pueden agigantar la motivación extrínseca. Un artículo muy bueno hablando de esto lo tenéis aquí y deberían leerlo todos los docentes que montan gamificaciones esperando construir hábitos y motivación duradera mediante premios y subidas de nivel (https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/17437199.2011.603640).
Por eso, una vez más, lo ideal es establecer hábitos que sean intrínsecamente motivadores: significativos y que merezcan la pena por sí mismos. Hacer progreso en tareas que se perciben como importantes es satisfactorio (https://hbr.org/2011/05/the-power-of-small-wins). Por ejemplo: “Mira la pregunta que acabas de resolver, ninguna podría haberlo hecho al principio de curso”). Cada vez que un alumno logra algo, debemos subrayar cómo esa acción es valiosa y contribuye a un objetivo bueno y mayor.
Si los alumnos creen que están trabajando duro, y se sienten parte de la clase, entonces es más probable que perseveren. Y en la perseverancia es cuando podemos afrontar cuestiones como la confianza. Empezar por la confianza (“Venga, tú puedes”) no es buena idea, porque no hay acciones que les permiten comprobar que tus ánimos tienes razón de ser. Siempre es mejor empezar por las acciones, y luego construir la confianza. Los hábitos configuran cómo las personas se ven a sí mismas (os recomiendo leer a Albert Bandura en este sentido).
¿Cómo construimos entonces la identidad en el hábito?
- Aumenta el logro: el logro aumenta la confianza, la motivación y el sentido de auto-eficacia.
- Reconoce los éxitos: podemos enfatizar el progreso bien durante una actividad o entre actividades (por ejemplo, anotando tres cosas que han hecho mejor que la última vez).
- Atribuye el éxito a sus esfuerzo, lo que está en línea con lo que hablamos en esta entrada sobre la teoría de la atribución y su influencia en la motivación: https://investigaciondocente.com/2021/06/05/descubriendo-como-funciona-la-motivacion-la-atribucion/
- Muestra que el logro significa algo, ayudando a nombrar las capacidades que están adquiriendo.