La metacognición, o la capacidad de reflexionar sobre nuestro propio pensamiento, es una herramienta esencial para el aprendizaje a cualquier edad. Integrarla en el aula no solo mejora el rendimiento académico, sino que también fomenta la autorregulación y la autonomía en el alumnado. Ya hemos hablado muchas veces de la base teórica que la sustenta, por ejemplo aquí y aquí. A continuación, exploramos ideas prácticas para aplicar la metacognición en Infantil, Primaria y Secundaria, divididas en tres momentos clave: antes, durante y después de la actividad.

Infantil: sembrando la semilla de la reflexión

Antes de la actividad (Planificación):

  • «¿Qué vamos a hacer?¿Qué necesito para prepararme?»: Utilizar preguntas simples para anticipar la actividad y que los niños piensen en lo que necesitarán. Por ejemplo, podemos acostumbrarles a disponer el material, a dejar en un lugar el material compartido, a mirar si un compañero lo tiene todo…
  • Elección guiada: «Dime dos maneras de hacer esto»: Dar opciones para que los niños elijan materiales o pasos, fomentando la toma de decisiones y la idea de que existen diversas formas de empezar una actividad. Luego podemos seguir preguntando por qué eligiéron esa opción y no la otra.

Durante la actividad (Monitorización):

  • «Pensar en voz alta»: Verbalizar tus pensamientos mientras realizas una tarea para modelar es buena idea en cualquier etapa, por ejemplo mientras nos vemos por la clase: «Me estoy fijando en lo bien que están dibujando parar tomar ideas para mi propio dibujo, pero lo hago en silencio para no molestar mientras dibujan».
  • Observación activa: Hacer preguntas como «¿Cómo vas?» o «¿Qué crees que falta?» para guiar su atención. Si existe un modelo: «Fíjate en el modelo y dime en qué podrías mejorar».

Al terminar la actividad (Evaluación):

  • Diario de aprendizaje: Usar recortes de actividades o dibujos para que los niños reflexionen sobre sus logros y momentos de especial relevancia. Comparar un dibujo al inicio del trimestre con otro dibujo del final, para que piensen en sus progresos..

Primaria: desarrollando la conciencia

Antes de la actividad (Planificación):

  • «¿Qué sabemos y qué queremos aprender?»: Utilizar organizadores gráficos, como mapas mentales o cuadros comparativos, para que el alumnado identifique sus conocimientos previos y se planteen objetivos claros. Por ejemplo, en una actividad sobre el ciclo del agua, pueden escribir lo que ya saben sobre la lluvia y lo que quieren descubrir sobre la evaporación.
  • Plan de acción: Guiar a la visión de una tarea en pasos pequeños y manejables, por ejemplo empezando por lo fácil para mejorar la implicación en la tarea. Si van a realizar una presentación, el plan podría incluir: elegir un tema, buscar información, organizar los datos en un boceto y preparar la presentación.

Durante la actividad (Monitorización):

  • Rueda de estrategias: Proporcionar una lista visual de estrategias de aprendizaje para que elijan cuál usar y expliquen por qué. Por ejemplo, que se hagan preguntas a sí mismo en formato «flashcard», o utilizar juegos de preguntas o respuestas, o pensar en un problema de ciertas características (en lugar de resolverlo).
  • Auto-preguntas guiadas: Animarles a preguntarse «¿Entiendo esto?» o «¿Necesito ayuda?» mientras trabajan. Aquí, Jonathan Firth propone colocar un cartel con «Las cinco P», que van en orden. Cuando tengas dudas, consulta a….
    • Piensa tú mismo
    • Pizarra (mírala)
    • aPuntes (¿hay algo que te ayude?)
    • Pareja (pregunta)
    • Profesor
  • Como vemos, la idea es que preguntar al profesor ocurra cuando se han intentado otras vías.

Al terminar la actividad (Evaluación):

  • Autoevaluación: Crear cuestionarios simples para que valoren su desempeño y piensen en cómo mejorar. Como hemos hablado otras veces, resolver un cuestionario tiene valor en sí mismo: permite reflexionar sobre si el nivel de confianza se ajusta al nivel real de comprensión.

Secundaria: perfeccionando la autorregulación

Antes de la actividad (Planificación):

  • Definir metas claras: Pedir al alumnado que establezca sus propios objetivos específicos para cada tarea, como «Voy a identificar las ideas principales del texto» o «Voy a resolver tres problemas sin errores». Esto les permite enfocarse en logros concretos, y ademas les compara consigo mismos en lugar de con la media. «Ayer pude hacer tres problemas, hoy voy a intentar cuatro».
  • Anticipar dificultades: Reflexionar sobre posibles retos y cómo enfrentarlos. Por ejemplo, preguntar «¿Qué haré si no entiendo un problema?» o «¿Dónde buscaré información si me falta algún dato?». Esta anticipación les ayuda a estar preparados y mantener la confianza. La idea de las cinco P desarrollada en primaria puede ser perfectamente válida para esta etapa también.
  • Embudo: esto lo aprendí de Marta Ferrero al escribir artículos. Cuando tengamos que escribir un texto argumentativo, podemos imaginarnos un embudo: de lo general a lo particular. Practicar esta estrategia dibujandooslos realmente el embudo, y escribiendo las ideas a desarrollar a medida que se estrecha, pueden ser una ayuda para el alumnado con más dificultades para escribir textos o respuestas largas.

Durante la actividad (Monitorización):

  • Diarios metacognitivos en progreso: Invitar a nuestro alumnado a anotar pensamientos y estrategias mientras trabaja. Por ejemplo, pueden escribir «Esta estrategia está funcionando, me ayuda realizar cuestionarios o elaborar flashcards». Esto fomenta la conciencia de su propio proceso de aprendizaje.
  • Feedback inmediato: Esto está presente en muchas entradas del blog. Proporcionar retroalimentación oportuna y específica es realmente importante. En lugar de decir «Esto está mal», orientar con comentarios como «Revisa este cálculo, ¿crees que cumple con la regla que discutimos?». Esto impulsa la reflexión y mejora el desempeño en tiempo real. Esta estrategia además ayuda a momentos de «Pausa y comprueba», donde el error como parte del aprendizaje se pone en valor.

Al terminar la actividad (Evaluación):

  • Reflexión crítica: Discutir en grupos cómo se lograron los objetivos y qué estrategias fueron más efectivas. Por ejemplo, pedirles que compartan «¿Qué hiciste que funcionó bien?» o «¿Qué podrías haber hecho de otra manera?». Puede hacerse al finalizar una unidad, o un trimestre. Se puede acabar con una actividad de «Escribe el procedimiento», como un manual consensuado de pasos a modo de «Manual de instrucciones para problemas de matemáticas de segundo de bachillerato».
  • Planificar mejoras: Pedirles que identifiquen qué harían diferente en futuras actividades. Esto puede incluir ajustar su plan de acción o probar nuevas estrategias que hayan aprendido de sus compañeros.

Espero que esta entrada aporte ideas para las diferentes etapas, de manera que podamos trabajar la metacognición, eso tan importante, dentro de nuestro día a día.

Deja un comentario

ENTRADAS RECIENTES