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Hoy comentaremos un artículo clásico de Karen Harris y Michael Pressley cuya referencia podéis encontrar aquí. Los autores profundizan en una idea clave para el blog: que comprender y aprender estrategias cognitivas sobre cómo generar aprendizajes puede mejorar el rendimiento académico.

Es decir, que un objetivo de la enseñanza es convertir a las personas en clase en buenas usuarias de estrategias de aprendizaje, ellas por sí mismas. Para ello:

  1. Mejor si existe un amplio repertorio de estrategias.
  2. Fomentar el conocimiento metacognitivo: por qué, cuándo y dónde utilizar cada una de esas estrategias.
  3. Una base amplia de conocimientos siempre ayuda, como hemos dicho tantas veces. Saber más cosas ayuda, en general, a pensar mejor.
  4. Establecer rutinas para ignorar las distracciones, y que no depende de la fuerza de voluntad.
  5. Practicar para automatizar los pasos 1 al 4.

De hecho, el artículo empieza señalando que la investigación destaca la importancia de enseñar a los estudiantes procesos cognitivos como leer, parafrasear, visualizar, formular hipótesis, estimar y verificar. Enfatiza la importancia de la metacognición en el aprendizaje y la resolución de problemas.

Cada uno de estos procesos cognitivos juega un papel fundamental en la configuración de cómo los alumnos perciben, analizan y resuelven problemas en diferentes áreas. Por ejemplo, la comprensión lectora es esencial para comprender la información textual, mientras que parafrasear ayuda al alumnado a articular ideas en sus propias palabras, lo que contribuye a una comprensión y retención más profundas. De esta manera, no es lo mismo subrayar o releer (que en el fondo es mantener la idea tal y como está escrita) que elaborar con nuestras propias palabras. Por eso es importante señalar en clase que de lo que se trata no es de reproducir contenido, sino de ser capaces de incorporarlo al elenco de nuestras propias ideas, que sabemos explicar y desarrollar (al menos en cierta parte).

La visualización mejora la comprensión al permitir a los estudiantes representar mentalmente la información de forma espacial o conceptual. Formular hipótesis fomenta el pensamiento crítico y la especulación, fomentando la creatividad y la exploración en escenarios de resolución de problemas. En este sentido, deberíamos de plantear preguntas del tipo «¿y si…?».

La visualización es un componente fundamental en el proceso de aprendizaje que potencia significativamente la comprensión de la información presentada, porque obliga a construir significado a partir de lo que ya sabemos de un tema, mientras tratamos de integrar lo nuevo. Al animar al alumnado a crear representaciones mentales, ya sea de manera espacial, conceptual o abstracta, la visualización les brinda una herramienta poderosa para internalizar y procesar lo que están aprendiendo de manera más efectiva.

Esta capacidad les permite no solo captar la información de manera más clara, sino también relacionar conceptos, identificar patrones y hacer conexiones más profundas entre diferentes ideas y temas. Al visualizar la información, el alumnado puede construir un mapa cognitivo que les ayuda a organizar y recordar el contenido de manera más eficiente, lo que a su vez facilita la recuperación y aplicación posterior del conocimiento.

Por ejemplo, Kuhn y Udell (2003) estudiaron el desarrollo de las habilidades de argumentación en estudiantes urbanos de 3º y 4º de primaria. Los estudiantes que favorecían y se oponían a la pena capital se prepararon para un debate decisivo sobre la pena capital. Los participantes del grupo control experimentaron cierta práctica al discutir sobre la pena capital, trabajando con sus pares (pero apoyados por el andamiaje de los maestros) para generar y refinar argumentos a favor de su posición sobre la pena capital.

Los participantes en la condición experimental recibieron la misma práctica que el grupo control, pero también participaron en una práctica estructurada que les enseñaba a generar contraargumentos a las críticas de su posición, centrándose en refutaciones de posiciones opuestas. La condición experimental también brindó oportunidades para pensar y razonar sobre evidencia contradictoria.

El hallazgo más importante fue que los participantes del grupo experimental evidenciaron un mayor crecimiento en las estrategias argumentales. En particular, mejoraron en la formulación de contraargumentos con respecto a la posición sobre la pena capital a la que se oponían. Esto puede parecer obvio. Pero lo importante es que también aumentaron sus conocimientos sobre el tema de la pena capital gracias a las experiencias en la generación de contraargumentos. Es decir, el uso de estrategias más sofisticadas como practicar procedimientos a menudo resulta en un mejor conocimiento.

Por otro lado, la habilidad de formular hipótesis desempeña un papel crucial en el desarrollo del pensamiento crítico y la creatividad de los estudiantes. Al plantear suposiciones o posibles soluciones a problemas, las alumnas y alumnos se ven obligados a analizar la información disponible, evaluar múltiples perspectivas y anticipar posibles resultados. Este proceso no solo les permite explorar nuevas ideas y enfoques, sino que también les ayuda a desarrollar habilidades de razonamiento lógico y habilidades de resolución de problemas. Al fomentar la especulación y el cuestionamiento, los educadores pueden estimular la curiosidad y la creatividad de los estudiantes, promoviendo un ambiente de aprendizaje dinámico y estimulante.

En este sentido, plantear preguntas del tipo «¿y si…?» se convierte en una estrategia pedagógica valiosa para impulsar el pensamiento crítico y la exploración en el aula. Estas preguntas invitan al alumnado a considerar diferentes escenarios y posibilidades, alentándolos a salir de su zona de confort y a enfrentarse a nuevos desafíos intelectuales. Al estimular la reflexión y la deliberación, las preguntas hipotéticas no solo fomentan la creatividad y la imaginación, sino que también fortalecen la capacidad de los estudiantes para tomar decisiones informadas y resolver problemas de manera efectiva en una variedad de contextos.

Otra manera de utilizar la organización es secuenciar un proceso, por ejemplo transformando una secuencia de eventos integrando lo que estamos aprendiendo sobre los receptores, el sistema nervioso y el funcionamiento del ojo.

En resumen, tanto la visualización como la formulación de hipótesis son habilidades cognitivas fundamentales que enriquecen el proceso de aprendizaje al facilitar la comprensión profunda, el pensamiento crítico y la creatividad de nuestros estudiantes. Al incorporar estas estrategias en la enseñanza y el aprendizaje, los docentes podemos potenciar el desarrollo intelectual y el éxito académico de sus estudiantes, preparándolos para enfrentar los desafíos del mundo moderno con confianza y habilidad.

Una de las ideas más importantes que surgen de la literatura sobre instrucción de estrategias básicas fue lo que los autores denominan «deficiencia de producción»: a menudo se puede enseñar a las personas a utilizar estrategias que no utilizan por sí mismas.

A los estudiantes jóvenes que no utilizan estrategias de lectura, escritura, segunda lengua y resolución de problemas matemáticos a menudo se les puede enseñar a utilizarlas con beneficio, aunque la instrucción puede ser compleja y de largo plazo.

Una segunda idea importante que concluye este artículo es que el mantenimiento y la transferencia de las estrategias aprendidas requiere una enseñanza que incluya información metacognitiva y el uso autorregulado de las estrategias.

Por eso, y más importante todavía, es desplegar todas estas herramientas como un abanico de opciones, donde es fundamental probar cuál de todas se adapta mejor a cada situación. Desarrollar en nuestro alumnado esta «navaja suiza» de herramientas y aproximaciones es la mejor manera de asegurar de que se enfrenten con más confianza a situaciones de aprendizaje futuras.

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