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Recomiendo leer

Cualquier propuesta educativa debería estar, bajo nuestro punto de vista y como ya hemos repetido muchas veces, “informado en investigaciones científicas”. Sin embargo, en el campo del aprendizaje lidiamos con influencias muy reales y variadas, a las que llamamos “variables”. Son muchas y de hecho influencian lo que queremos conseguir y si llega a ser conseguido. Literalmente, lo que funciona en una clase hoy puede no funcionar en otra clase por la tarde, al día siguiente o tres meses después. 

Cuando usamos evidencias, necesitamos asumir que lo que funciona en un contexto puede no funcionar en otro. Aunque debemos admitir que nuestro campo nunca generará evidencias tan robustas y generalizables como la medicina, eso no significa que no debamos evaluar cada propuesta educativa y estudiar hasta qué punto está basada en estudios fiables o no. 

Por eso, en esta entrada abordamos la evaluación de las propuestas educativas basadas en dos fuentes muy recomendables. Por un lado, el libro de Dan Willingham «When can you trust the experts»; y por otro lado, el libro «Evidence-Informed Learning Design» de Paul Kirchner y Mirjan Neelen. Ambos libros nos recomiendan analizar cada propuesta educativa en cuatro pasos:

Paso 1: Desnúdala

Significa que debemos tomar una mirada crítica al lenguaje utilizado. Podemos preguntarnos:

– ¿Utiliza un lenguaje vago? Por ejemplo, se leemos algo sobre los millenials… ¿cómo definen millenials? ¿A qué proporción de gente se refieren? ¿Aprender qué y en qué contexto? ¿Explica cómo se concretaría esa idea en tu centro? ¿Se ha llevado a cabo alguna vez, se ha intentado?

– ¿Utiliza un lenguaje emocional? Es muy común, por ejemplo, intentar generar miedo de las consecuencias de no actuar, lo que se llama el típico “pánico moral”. Un buen ejemplo sería: «Hay que cambiar todo porque si no la escuela se hunde». Recomiendo leer sobre los sesgos cognitivos, por ejemplo en esta entrada.

– ¿Utiliza una moda? Si trata de aprovecharse del tirón de ciertos conceptos, hay que sospechar de las intenciones. La utilización de neologismos de significación confusa (que significan cosas muy distintas para cada uno) suele significar que no hay una propuesta clara y definida, sino que trata de incluir términos que la hagan parecer moderna y actual, pero sin concreción.

Paso 2: Dale la vuelta

Significa que deberíamos proponer el argumento al revés: ¿qué pasaría si no hiciéramos lo que nos propone? ¿Cuáles serían las consecuencias? El propio Willingham nos propone tratar de resumir la propuesta educativa en una frase parecida a esta:

Si hago X, hay un Y % de posibilidades de que Z suceda.

Y luego la damos la vuelta:

Pero si no hago X, ¿cuántas posibilidades hay que de que Z suceda?

Para ayudarte en estas afirmaciones, puedes utilizador un buscador de evidencias.

Paso 3: Traza el origen

No creas a la gente sólo porque suena lógica, bienintencionado o porque parece una autoridad o un experto. ¿Qué tipo de recursos utiliza? ¿Hay referencias? ¿Ha publicado algo al respecto en algún sitio? ¿Está su empresa dedicada a comercializar algún tipo de material?

La publicación en revistas científicas no es la panacea, pero garantiza al menos que se ha llevado a cabo un proceso de revisión del artículo. Algo que no sucede en revistas de divulgación general, donde cada uno puede escribir lo que quiera sin que nadie supervise la veracidad de las afirmaciones.

La recomendación es que, aunque sea difícil, leamos la fuente original de la que tomamos información. Por eso en el blog siempre os recomiendo leer el libro o el artículo original, porque puede que al escribir la entrada haya modificado el significado, o no expresado bien alguna idea.

Paso 4: Analiza

Si algo parece demasiado bueno para ser verdad, tal vez lo sea. Si una afirmación parece demasiado genérica, dramática, fuerte… seguro que necesita matizaciones. Es lo que he intentado transmitir al escribir el libro «Educar en la complejidad«.

Finalmente, la pregunta más importante es: ¿debería hacerlo en mi clase? Y aquí hay que contextualizar la propuesta.

Buenas noticias: hay acuerdos sobre el aprendizaje

Después de todo lo que hemos dicho, tal vez te invada un cierto pesimismo. ¿Hay algo de lo que nos podamos fiar? Sin embargo, aunque todavía queda mucho por descubrir, tras 50 años de investigación, los científicos del aprendizaje han llegado a un acuerdo sobre determinados aspectos del aprendizaje. 

1. En pocas palabras, los conocimientos fácticos y procedimentales son muy útiles y necesarios (¿cómo se puede pensar en profundidad o conceptualmente sobre algo que se conoce poco o nada?), pero también hay que saber cuándo aplicarlos y cómo adaptarlos a nuevas situaciones. 

2. La instrucción por sí sola, aunque sea de alta calidad, no basta. Todos debemos participar activamente en nuestro propio proceso de aprendizaje. Sin ello, no seremos capaces de lograr una comprensión conceptual más profunda de lo que hemos aprendido.

3. Hay que crear entornos de aprendizaje. Las ciencias del aprendizaje han identificado las características clave de los entornos de aprendizaje que necesitamos para adquirir toda la gama de conocimientos necesarios para un rendimiento experto (hechos, procedimientos y una comprensión conceptual más profunda). 

4. Construye sobre los conocimiento previos. Todos hemos adquirido conocimientos de una forma u otra, ya sean «verdades» generalmente aceptadas o concepciones sobre el funcionamiento del mundo, algunas correctas y otras no (por ejemplo, concepciones erróneas). David Ausubel escribió en 1968: «El factor individual más importante que influye en el aprendizaje es lo que el alumno ya sabe. Averígüelo y enséñele en consecuencia». Aprendemos mejor si nos encontramos en un entorno que se basa en nuestros conocimientos, o al menos los reconoce. 

5. Aprendemos mejor si reflexionamos sobre lo que estamos aprendiendo. Esto puede hacerse haciendo una pausa para pensar (con o sin que nos lo pidan), conversando con otros, escribiendo sobre ello o creando algún tipo de artefacto con ello. Así tenemos la oportunidad de reflexionar y analizar lo que hemos aprendido. 

6. Debemos centrarnos en la transferencia del aprendizaje, , no solo en la comprensión. Esto puede parecer obvio, especialmente en un entorno de aprendizaje en el lugar de trabajo, sin embargo, es importante destacarlo. Elizabeth y Robert Bjork (2011), entre muchos otros, han investigado a fondo no solo lo que la gente necesita comprender y recordar (fuerza de almacenamiento, que refleja lo arraigada o interconectada que está una representación de la memoria con los conocimientos y habilidades relacionados), sino también la capacidad de recuperar el conocimiento (fuerza de recuperación, que refleja hasta qué punto se puede acceder a la representación de la memoria) y utilizarlo en el contexto requerido.

3 respuestas a “Principios para analizar una propuesta sobre un método de aprendizaje”

  1. […] podemos analizar la veracidad de un estudio? Hablamos de ello aquí. Pero recordemos algunas […]

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  2. A mi me ha servido mucho el artículo. Gracias aunque recomendaría renovar el diseño

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    1. Muchas gracias Miguel, ¿que mejorarías del diseño ?

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