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Imagina que estás enseñando la ley de la gravedad a un grupo de niñas y niños. Puedes escribir la fórmula en la pizarra, explicar la historia de Newton, mostrar un vídeo o dejar caer una manzana y preguntar qué ha pasado. Todas son formas posibles de presentar un mismo contenido. La pregunta es: ¿cuál de ellas ayuda mejor al alumnado a entender de verdad esa idea?
Esa es la pregunta central del trabajo de Jerome Bruner, uno de los psicólogos educativos más influyentes del siglo XX. Para Bruner, aprender no es simplemente almacenar información, sino construir representaciones mentales cada vez más sofisticadas de las ideas. En otras palabras, aprender bien es comprender, y para lograr esa comprensión, la manera en que se presenta el conocimiento es tan importante como el contenido en sí.
Las tres formas de representar el conocimiento
Bruner propuso que las personas —y en particular el alumnado— construyen conocimiento a través de tres modos de representación: enactiva, icónica y simbólica. Cada una corresponde a una forma distinta de pensar y aprender.
- La representación enactiva se basa en la acción: aprendemos haciendo, tocando, manipulando. Por ejemplo, cuando el alumnado aprende sobre volumen llenando recipientes con agua o arena.
- La representación icónica se apoya en imágenes: usamos diagramas, dibujos, mapas mentales. Ayuda a organizar la información visualmente.
- La representación simbólica es la más abstracta: utiliza palabras, números, fórmulas. Es el modo más avanzado y el más usado en la enseñanza formal.
Según Bruner, en las clases se debe transitar entre estas formas, permitiendo al alumnado construir progresivamente representaciones más abstractas. No se trata de elegir entre manipular objetos o escribir fórmulas, sino de entender que ambas cosas son necesarias, y que la transición entre ellas debe ser cuidadosamente diseñada.
El poder de la narrativa en la enseñanza
Una de las ideas más potentes —y tal vez más olvidadas— del trabajo de Bruner es que las ideas complejas se entienden mejor cuando se presentan como una narrativa. Para él, el aprendizaje no consiste en recibir bloques de información aislados, sino en recorrer un camino de sentido. Las buenas clases —como las buenas historias— tienen una estructura: introducen una situación, presentan un conflicto o desafío, y llegan a una resolución. La enseñanza, entonces, se parece más a contar una historia que a descargar datos.
En esta línea, resulta especialmente inspiradora la propuesta de Hywel Roberts en su libro Botheredness (2021), uno de los libros que más me han gustado de los que he leído este curso. Roberts defiende que lo que verdaderamente cambia la enseñanza no es solo aplicar técnicas eficaces o seguir al pie de la letra una determinada estrategia educativa, sino el compromiso profundo del docente con su alumnado, esa mezcla de cuidado, responsabilidad y sensibilidad que él llama botheredness —algo así como “que te importe de verdad”. La buena escuela, dice Roberts, nace de quienes se molestan, de quienes se preocupan lo suficiente como para querer hacerlo bien, incluso en circunstancias difíciles.
Volviendo a nuestra clase sobre la gravedad, lo importante no es solo si usamos la fórmula o tiramos una manzana, y esto me parece clave. No se trata por tanto de proponer actividades a lo loco, pensando que la actividad es el fin y no el medio. Lo importante es si lo hacemos de manera que conecte, que despierte preguntas, que ayude a construir sentido: la actividad es el medio para el aprendizaje. Si somos capaces de hilar una secuencia en la que la experiencia concreta, la imagen mental y la abstracción convivan. Si nos importa lo suficiente como para pensar no solo en lo que enseñamos, sino en cómo lo vive quien lo aprende.
Cuando una idea se presenta de esta forma, el alumnado puede ubicarse dentro de la secuencia, anticipar lo que viene, recordar lo que ha pasado y conectar los nuevos elementos con los anteriores. Aprender se convierte en un proceso significativo, no en una simple acumulación de contenidos. Esta es una enseñanza con coherencia, donde las piezas encajan y no se dispersan.
Aprender desde dentro, no desde fuera
Otra aportación clave de Bruner es su crítica a la enseñanza como “transmisión”. En lugar de pensar que el conocimiento pasa del docente al alumnado como si fueran jarras que se llenan, Bruner propone que el aprendizaje real ocurre cuando el estudiante reconstruye por sí mismo el conocimiento desde dentro. Aquí entra en juego lo que llamó el aprendizaje por descubrimiento guiado: no se trata de que el alumnado descubra todo desde cero, sino de que participe activamente en el proceso de construcción del conocimiento, guiado por el docente.
Esto supone un papel activo del profesorado, no como mero facilitador, sino como alguien que sabe cómo secuenciar, presentar y conectar las ideas para que el alumnado pueda apropiarse de ellas. La propuesta de Bruner —y el eco que encuentra en la de Roberts— nos invita a pensar la enseñanza como una práctica profundamente humana, que combina técnica, conocimiento y afecto. Como dice el propio Bruner: “Cualquier cosa puede ser enseñada de forma inteligible a cualquier persona en cualquier etapa de su desarrollo, si se presenta de la forma adecuada”.
Implicaciones para la práctica docente
La visión de Bruner tiene profundas implicaciones para nuestra práctica en el aula:
- Enseñar no es solo “dar información”, sino ayudar a construir significados.
- Una buena secuencia de enseñanza debería comenzar con experiencias concretas, seguir con representaciones visuales y llegar a la abstracción.
- Usar narrativas, ejemplos y problemas auténticos no es un adorno, sino una vía para entender mejor.
- Enseñar no es hablar mucho, sino saber presentar una idea de forma comprensible, conectada y significativa.
Bruner nos recuerda que aprender es siempre una actividad humana, creativa y situada. Que nuestras alumnas y alumnos no son recipientes vacíos, sino mentes que intentan dar sentido al mundo. Y que el papel del profesorado es justamente ese: ayudarles a comprender el mundo, no solo a recordarlo.
DISEÑO DIDÁCTICO BASADO EN ESTA ENTRADA
Objetivo de aprendizaje
¿Qué quiero que comprendan realmente mis alumnas y alumnos?
1. ¿Por qué debería importar esta idea?
- ¿Qué pregunta inicial puede despertar su curiosidad?
- ¿Qué historia, anécdota o ejemplo cotidiano puede dar sentido al contenido?
- ¿Cómo relaciono esta idea con sus experiencias, intereses o preocupaciones?
Ejemplo: Empezar una clase sobre la gravedad preguntando: “¿Por qué no flotamos como en las películas del espacio?”
2. ¿Cómo puedo representar esta idea en diferentes niveles?
A. Representación enactiva (acción, manipulación)
¿Qué puede hacer el alumnado para experimentar la idea con el cuerpo o con materiales?
Ejemplo: Dejar caer diferentes objetos y observar cómo caen.
B. Representación icónica (imagen, visualización)
¿Qué imágenes, esquemas o modelos visuales puedo usar para organizar la información?
Ejemplo: Dibujar una manzana cayendo y representar con flechas las fuerzas que actúan.
C. Representación simbólica (palabras, fórmulas, definiciones)
¿Cómo llegamos a la abstracción? ¿Qué vocabulario o símbolos vamos a introducir?
Ejemplo: Escribir y explicar la fórmula F = m * a como punto de partida…¿qué es la aceleración en este caso?
3. ¿Cómo puedo dar forma narrativa a la secuencia?
- ¿Cuál es el punto de partida de la historia?
- ¿Qué conflicto, reto o descubrimiento puedo plantear?
- ¿Cuál es el desenlace o la conclusión que da sentido a lo aprendido?
Ejemplo: “¿Qué pasaría si la Tierra tuviese una mayor masa, afectaría a la velocidad de la manzana?”
4. ¿Cómo implico activamente al alumnado en la construcción del conocimiento?
- ¿Qué preguntas puedo hacer para guiar el pensamiento?
- ¿Cómo secuencio las tareas para que puedan construir progresivamente la comprensión?
- ¿Qué espacios dejo para que se equivoquen, piensen y argumenten?
Ejemplo: “¿Qué crees que pasaría con la gravedad si la Tierra dejara de girar?”
5. ¿Cómo sabré si han comprendido?
- ¿Qué evidencia buscaré de que están construyendo sentido, no solo memorizando?
- ¿Cómo puedo darles oportunidades para aplicar lo aprendido a nuevas situaciones?
Ejemplo: Pedirles que expliquen por qué saltar en la Luna es diferente que en la Tierra.
6. ¿Cómo nos implicamos en lo que aprendemos?
- ¿He mostrado que me importa lo que aprenden y cómo lo aprenden?
- ¿He dejado espacio para su interpretación, sus preguntas?
✏️ Ejemplo: Finalizar la clase preguntando: “¿Qué te ha sorprendido más de lo que hemos visto hoy?”
Bibliografía
- Bruner, J. (1960). The Process of Education. Harvard University Press.
- Kirschner, P. A., Hendrick, C., & Heal, J. (2022). How Teaching Happens: Seminal Works in Teaching and Teacher Effectiveness and What They Mean in Practice. Routledge.







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