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Continuamos con este excelente libro, y hoy os traemos una entrada muy práctica que nos ayudará (espero) a elaborar mejores materiales interactivos.
El trabajo de Richard Mayer concluye que el medio no es lo importante. Un libro con buenas ilustraciones es más eficaz que una animación pobre. No depende del medio sino de diseño del material multimedia. En sus propias palabras: no es posible determinar si las diferencias en lo que los estudiantes aprenden de textos y de materiales digitales está causado por el propio medio o por el contenido y el diseño didáctico. En definitiva, depende más del diseño didáctico que del medio en sí.
La investigación sugiere que los mismos factores que promueven la comprensión en un entorno basado en textos, también promoverán comprensión en un entorno computarizado o virtual. Es decir, los materiales multimedia no ayudan cuando hay un número excesivo de imágenes, cuando las imágenes son demasiadas abstractas y sin relación con el texto, cuando los gráficos no aportan información.
En este sentido, Levin y Meyer en 1993 nos proponen una categoría para clasificar el material multimedia. Éste puede ser decorativo, en cuyo caso no ayuda al aprendizaje. Puede ser también representacional, cuando se ilustra un único elemento. Puede ser organizativo cuando se muestran las relaciones entre elementos. Finalmente, puede ser explicativo, cuando muestra cómo funciona un sistema que es la mejor manera de utilizar los materiales multimedia.
Para ello os presentamos una lista de principios de diseño que nos pueden ayudar en este mismo sentido. Vamos con ellos:
1. Principio de la tarea completa: comienza con una visión global
Un enfoque eficaz para aprender tareas complejas es empezar con una versión simplificada que incluya todos los pasos necesarios para realizar la tarea final. Por ejemplo, en programación, podríamos pedir al alumnado que programe y ejecute un programa sencillo. Esto les permitirá comprender los pasos fundamentales del proceso (como escribir, depurar y ejecutar código) antes de enfrentarse a desafíos más complejos.
2. Principio de secuenciación: añade elementos gradualmente
Una forma de evitar la sobrecarga cognitiva es presentar los elementos de una tarea de forma gradual. Comienza con pocos componentes y ve añadiendo más a medida que los estudiantes se familiarizan con los anteriores. Por ejemplo, en un curso de matemáticas, podrías enseñar primero a resolver ecuaciones lineales antes de introducir sistemas de ecuaciones.
3. Principio de «ir completando»: de lo guiado a lo autónomo
Este enfoque propone comenzar con ejemplos completamente resueltos para que los estudiantes entiendan la lógica detrás de la solución. Luego, se les pide completar partes del problema de manera guiada, hasta llegar a resolver el problema completo de forma autónoma.
4. Principio de los “ruedines de bicicleta”: simplifica al inicio
Al igual que los ruedines ayudan a los niños a aprender a andar en bicicleta, puedes simplificar las tareas eliminando elementos o partes complicadas al inicio. Una vez que el estudiante domina lo básico, puedes introducir gradualmente los aspectos más desafiantes.
5. Principio de fidelidad: avanza hacia contextos más reales
Comienza con actividades que no reflejen completamente la realidad y, progresivamente, introduce situaciones más auténticas. Por ejemplo, en medicina, podrías pasar de trabajar con simulaciones virtuales a practicar con pacientes reales.
6. Principio de variabilidad: practica en diversos contextos
Ofrecer situaciones de práctica variada ayuda al alumnado a identificar patrones, semejanzas y diferencias entre las tareas. Por ejemplo, al enseñar un idioma, podrías variar los contextos de uso para que los estudiantes adapten su aprendizaje a diferentes situaciones comunicativas.
7. Principio de coherencia: elimina distracciones
Evita incluir elementos irrelevantes que puedan distraer la atención del estudiante. Por ejemplo, en una presentación, es mejor limitar el uso de gráficos decorativos o transiciones llamativas que no aportan al contenido.
8. Principio de redundancia: evita la sobrecarga innecesaria
La redundancia puede ser contraproducente. Si presentas un texto escrito que también se lee en voz alta, el aprendizaje puede disminuir. En su lugar, utiliza combinaciones que complementen la información, como imágenes y explicaciones verbales.
9. Principio de progresión del conocimiento: aumenta la complejidad gradualmente
Las representaciones mentales del alumnado deben evolucionar desde conceptos básicos hasta estructuras más complejas. Esto asegura que las bases estén bien consolidadas antes de avanzar.
10. Principio del ritmo propio: permite controlar el aprendizaje
Dar al alumnado control sobre el ritmo de aprendizaje mejora los resultados. Herramientas como vídeos pausables o actividades interactivas permiten detenerse y revisar según sea necesario.
11. Principio de activación de conocimientos previos: conecta con lo conocido
Comienza las actividades pidiendo a los estudiantes que reflexionen sobre lo que ya saben. Por ejemplo, presenta una imagen y solicita que enumeren todo lo que puedan deducir de ella.
12. Principio de autoexplicación: fomenta las explicaciones personales
Presenta materiales, como una animación, y pide al alumnado que explique los mecanismos detrás de lo que observa. Este proceso estimula el pensamiento crítico y profundiza la comprensión.
13. Principio de inducción expositiva: de lo concreto a lo abstracto
Muestra primero ejemplos prácticos y luego guía al alumnado para que extraiga principios o normas generales. Por ejemplo, en gramática, podrías analizar oraciones antes de enseñar reglas.
14. Principio multimedia: combina texto e imágenes
Acompaña las explicaciones con imágenes, gráficos o animaciones que refuercen el contenido. Esto facilita el procesamiento de la información.
15. Principio de visualizaciones dinámicas: usa recursos apropiados
Utiliza animaciones para mostrar procesos en movimiento e imágenes estáticas para representar estados. Esto ayuda a visualizar conceptos abstractos.
16. Principio de señalización: resalta lo esencial
Al presentar un procedimiento, destaca los pasos más importantes, por ejemplo, usando colores o negritas. Esto ayuda a enfocar la atención en los aspectos clave.
17. Principio de atención dividida: integra los elementos
Evita separar información relacionada. Por ejemplo, si usas gráficos, incluye el texto explicativo directamente en la imagen para reducir la carga cognitiva.
18. Principio de fluidez: practica componentes específicos
Permite al alumnado repetir y dominar componentes individuales de una tarea hasta que puedan realizarlos con fluidez antes de combinarlos en tareas más complejas.
19. Principio de reconoce-edita y corrige: aprende de los errores
Incorpora actividades donde el alumnado pueda identificar y corregir errores. Esto fomenta la autoconciencia y la mejora continua.
20. Principio de individualización: adapta al estudiante
Identifica los pasos más difíciles para cada estudiante y proporciona apoyo específico. Esto asegura que cada persona reciba la ayuda que necesita.
21. Principio del agente pedagógico: guía metacognitiva
Introduce un agente virtual que sugiera actividades, haga preguntas metacognitivas o brinde retroalimentación personalizada para promover la autorreflexión.
22. Principio del control compartido: fomenta la elección
Comienza con tareas comunes para todo el grupo y, posteriormente, permite que los estudiantes seleccionen entre diferentes opciones según sus intereses o necesidades.
23. Principio del porfolio: registra el progreso
Utiliza herramientas digitales para almacenar trabajos, comentarios y sugerencias de mejora, permitiendo al alumnado visualizar su progreso a lo largo del tiempo.









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